Cultura, Cine y Literatura

«Locura para el mundo (Tres para uno)no tiene dimensión sociopolítica, sino personal»

Entrevista al escritor y analista cinematográfico Fernando Alonso Barahona, un genio de la literatura que domina muchas materias y todos los géneros literarios, con motivo de la publicación de su última obra de teatro: Locura para el mundo (Tres para uno) 

El autor de Locura para el mundo (Tres para uno), una pieza que se lee de un tirón, caracterizada por su acción, emoción, poesía y pensamiento, es un polimatía, una persona con la profundidad de los individuos del Renacimiento 

En su nueva obra de teatro Fernando vuelve a comportarse con un tacto y sutileza enormes ante las situaciones que viven sus personajes, prestando atención especial a esos pequeños detalles que hacen de su mundo un lugar más humano, buscando empatizar con el lector manejando hábilmente los sentimientos

Este año he tenido el honor de colaborar con Fernando en la escritura de dos biografías cinematográficas: Charlton Heston. Un héroe para la eternidad y Cecil B. DeMille. Un director de leyenda

En la era de la interrupción constante y la especialización profunda, dominada por la tecnología (con sus múltiples ventajas y algunas desventajas evidentes), la falta de una formación consistente en distintas disciplinas fomenta la desaparición de la polimatía (sabiduría que abarca conocimientos diversos) o capacidad para dominar varias materias que nos van a servir para desarrollar todo nuestro potencial humano. En un mundo interconectado, se necesita tener pensamiento creativo (fundamentado en el conocimiento de varias disciplinas a la vez), personas renacentistas (hábiles, con múltiples competencias y habilidades, dominio intelectual) para solventar retos, resolver entuertos desde los más individuales o locales a los mundiales. Sin embargo, cuando más lo necesitamos, el pensamiento creativo individual de personalidades renacentistas está en peligro de extinción. En la sociedad actual, donde los cambios son cada vez más rápidos, se ha olvidado por completo la filosofía de vida enseñada desde la Antigüedad. Estos principios, valores e ideas que rigen el estilo de vida de una persona o de un grupo de personas y orientan su comportamiento en busca de la autorrealización pretendían formar seres humanos críticos, con un raciocinio propio y preparados para improvisar ante cualquier situación y ser creativos e imaginativos. Algo que se antoja muy complicado, casi imposible, cuando la ignorancia campa por sus anchas, y la opinión del sabio y la del ignorante empiezan a valer lo mismo. Aristóteles decía que «el ignorante afirma, mientras que el sabio duda y reflexiona». Paradójicamente, ser ignorante puede dar buenos réditos en términos políticos. El ignorante más peligroso es el que ignora lo que no sabe y la ignorancia acérrima es ideología política. La ignorancia y la falsedad de la información son los grandes aliados de los políticos.

No hace falta saberlo todo ni es cuestión de memorizar el saber, sino conocer las herramientas intelectuales para relacionar materias, profundizar en ideas, elaborar teorías propias concluyentes, entender lo que se lee o saber comprender lo que otros sienten, la manera en la que reaccionan y actúan. En otras palabras, apenas tenemos pensadores. Gente con visión capaz de pensar por sí misma que pueda formular una nueva dirección para un país, un modo nuevo de hacer las cosas, una nueva manera de mirar los problemas actuales. La amplitud de miras es la actitud del que mira las cosas con corazón limpio. Todo es íntegro para los que miran las cosas con ojos honestos. La ineptitud e incompetencia para interpretar de manera simultánea el bosque y los diferentes árboles, se ha convertido en un problema grave para la sociedad contemporánea, ya que los centros del saber, las instituciones que recogieron el testigo de las escuelas filosóficas de la antigua Grecia (la platónica, la aristotélica, la estoica, la epicúrea y la escéptica), forman a cyborgs humanos de las especialidades. Hay que leer todos los clásicos de la literatura y a los mejores escritores de todos los tiempos: filósofos, poetas, novelistas, dramaturgos, biógrafos, críticos literarios, ensayistas, historiadores… En la era de la interrupción constante y la especialización profunda, el latín, el griego, la filosofía, la historia, el arte y la cultura, están arrinconados, cuando no han desaparecido, por las personas que no quieren que otras personas aprendan a aprender. Y, cuando la educación me parece lo más cercano a la magia en el mundo (nada puede transformar la vida de una persona como la educación), esta tendencia debe revertirse. Pero no basta con ello para ganarles la batalla cultural, la lucha por las representaciones sociales, los imaginarios, el sistema de valores y las actitudes que constituyen el mundo, a los falsos progresistas, los que no quieren la evolución de la sociedad hacia un escenario ideal que repercuta positivamente en el bienestar de sus miembros.

La solución a los retos del presente se encuentra en la polimatía: personas con la profundidad de los individuos del Renacimiento como Fernando Alonso Barahona. Fernando es un genio que domina muchas materias y todos los géneros literarios. Hombre vital y cercano, de vastísima cultura y conversación jugosa, deseaba, después de haber colaborado este año con él en dos libros (Charlton Heston. Un héroe para la eternidad y Cecil B. DeMille. Un director de leyenda), volver a tener el placer de entrevistarlo y hacerle muchas preguntas sobre su última obra de teatro Locura para el mundo (Tres para uno), una pieza que me he leído de un tirón, caracterizada por su acción, emoción, poesía y pensamiento. Su regreso a la literatura teatral es irreverente y crítico con el ser contemporáneo al mismo tiempo que humano y compasivo, con una mezcla de ternura, intimismo no exenta de ironía. Locura para el mundo (Tres para uno) trata temas tan manidos que parece imposible abordarlos de manera original. Y Fernando lo hace. Se comporta con sumo tacto y sutileza ante situaciones que viven sus personajes,  prestando atención a esos pequeños detalles que hacen de su mundo un lugar más humano, buscando empatizar con el lector manejando hábilmente los sentimientos, recursos al alcance de muy pocos escritores actuales. Las descripciones poéticas y diálogos intimistas son los que aportan la atmósfera de sensibilidad, emoción y ternura que impregnan toda la obra. Es importante destacar que el estilo de Fernando es absolutamente cinematográfico con momentos sensibles, de película romántica, intensificando la emoción, haciendo que el lector se identifique con los personajes gracias a la cercanía. Fernando convierte la literatura en la medida de todas las cosas. Por eso la metaliteratura, la literatura cuyo objeto es la propia literatura, inunda la obra de teatro, incorporando contenido literario a su propia creación y mostrando sus gustos literarios. Y no solo se sirve de otras obras literarias para componer la suya, sino que utiliza otras de sus obras como material literario. Hoy tengo el placer de volver a entrevistar a uno de los mejores escritores actuales en lengua española y uno de mis grandes maestros en la literatura cinematográfica.

https://www.edicionesirreverenteslibreria.com/LOCURA-PARA-EL-MUNDO-FERNANDO-ALONSO-BARAHONA

P. Háblanos del argumento de Locura para el mundo (Tres para uno), tu nuevo libro.

R. Teatro de personajes, diálogos, drama, suspense. El título de Tres para uno es un homenaje a la magistral pieza Dos sin tres, del gran dramaturgo Alfonso Paso.

Un hombre, tres mujeres. Presente y pasado. Personajes que asaltan la realidad. Una intriga, un crimen. Una obra de teatro ––publicada por Ediciones Irreverentes que dirige Miguel Ángel de Rus– que indaga en las profundas interioridades del corazón.

No vamos a desvelar la trama de ese hombre que se enfrenta a tres mujeres diferentes que protagonizan su vida y atraviesan su pensamiento. Ni de la derivación psicológica y al final policíaca del argumento.

P. ¿Cómo nació la decisión de llevar a cabo este proyecto?

R. Hay –como he señalado– suspense, crimen, recuerdos, una intriga que, además, rinde homenaje a la magnífica obra Dos sin tres, de Alfonso Paso (que tenía en Priestley una de sus inspiraciones). Nace de repente, una inspiración que se encarna en los personajes, realmente es difícil describir este proyecto, simplemente aparece y el autor se siente obligado a darle salida.

Estrenada el 19 de enero de 1967 en el Teatro Club de Madrid bajo la dirección de Ismael Merlo, con el propio Merlo acompañado en el reparto por Vicky Lagos y Manuela Rodríguez. Con solo tres personajes el texto es mordaz e incisivo al retratar las relaciones de pareja, sobre todo cuando no hay hijos  el dos sin tres del título). El aburrimiento, las fantasías que mezclan realidad y ficción, las infidelidades, todo ello en una trama de suspense que entronca la obra con las mejores de J.B. Priestley. Precisamente, Alfonso Paso en el prólogo a la edición de la obra se reclama discípulo y admirador del popular dramaturgo. Además, Alfonso Paso cuenta que su inspiración le vino leyendo El amante de Harold Pinter. Quedó tan satisfecho de la obra que llegó a considerarla «como una auténtica y modesta lección de cómo se construye teatro».

Almudena Paso, la hija de Alfonso Paso, ha tenido la ambilidad de escribir el magnífico prólogo de la obra..

P. ¿Qué dimensión sociopolítica tiene la obra dentro de un contexto tan complejo como el actual?

R. Locura para el mundo no tiene dimensión sociopolítica, sino personal. Es decir, de indagación en los fantasmas sentimentales del ser humano. Tal vez el espectador pueda sentirse identificado con los miedos, las dudas del personaje protagonista o con las tres mujeres que rodean su vida en una especie de círculo del que no puede escapar.

La dimensión se refiere a la esencia de ese hombre, de esas mujeres, que siguiendo la concepción orteguiana contemplan como su circunstancia termina por devorar al propio yo. 

P. ¿Qué tipo de lector requiere tu teatro? O dicho de otro modo, ¿en qué lectores piensas cuando escribes?

R. El teatro precisa de la representación, Locura para el mundo (Tres para uno) aspira a vivir en los escenarios, a tener un actor y una actriz (que puede encarnar los tres personajes femeninos). Es decir, sueña con su puesta en escena. Pero también he tratado que pueda ser leído, el teatro si es válido también puede servir como lectura. En este caso, es el espectador/lector el que imagina los personajes. 

Pienso en mí mismo, pero no como autor, sino como espectador. Pienso en personas que he conocido, pero como espectadoras de la obra.  Hasta que los personajes –como en Pirandello o Unamuno– cobran vida propia y dictan sus propios diálogos.

P. Exceptuando Locura para el mundo (Tres para uno), si tuvieras que elegir entre las obras más representativas de tu trabajo dramático ¿cuál nos recomendarías y por qué?

R. He publicado cuatro novelas (la quinta está ya terminada): La restauración, Círculo de mujeres, Retrato de ella y Figuras en un espejo (Editorial Mirahadas). La siguiente, que tal vez pueda ver la luz en 2024, es Pedazos de tiempo.

He publicado cuatro poemarios: El sueño de la vida, Viaje hacia el amor, El rapto de la diosa y Cartas del silencio. El rapto de la diosa (Ediciones Carena) fue representada por la Compañía Larumbe de Danza en una adaptación escénica que se estrenó en Japón y Hungría.

Pero como obra de teatro tan solo había publicado antes Tres poemas de mujer, también con Ediciones Irreverentes. La obra fue llevada a los escenarios por la Compañía Lunatando.

Desde luego como teatro puro recomendaría Tres poemas de mujer.

P. ¿Cómo valoras el momento actual del teatro? ¿Es verdad, como opinan algunos críticos, que la dramaturgia vive una nueva edad dorada en España?

R. Hay muchos autores interesantes, la mayoría, seguramente, no están incluidos en los habituales que copan los medios de comunicación mayoritarios. Pero no diría yo que la época actual con sus cancelaciones, sus miedos, su falta de raíces, su rencor a la excelencia, su ignorancia o manipulación de la historia, sea una edad dorada. Sin embargo , hay excepciones e interés. Y con eso nos debe bastar para acudir al teatro o para leer teatro.

P. ¿Te transformas, según escribes teatro, poesía, novela o ensayo?

R. En efecto, he publicado teatro, novela,  poesía, ensayo, historia y libros de cine (en 2023 los dos más recientes: Charlton Heston, un héroe para la eternidad y Cecil B de Mille. Un director de leyenda, ambos en Amarcord Ediciones y con el escritor Juanma de la Poza en un trabajo de colaboración muy satisfactorio).  

El autor se transforma al vivir un escenario teatral, un poema que habla al corazón y una novela que es sin duda lo más difícil por su envergadura. Pero en todos los casos se trata de contar historias, de transmitir emociones y de tratar que las páginas se impregnen de poesía. 

El sueño de todo escritor es dejar huella, vivir de algún modo en las palabras de sus creaciones, de sus personajes. Se trata, en verdad, de una experiencia apasionante. 

P. Como dramaturgo, poeta, novelista o ensayista, ¿cuál crees que debe ser la verdadera génesis del trabajo dramático?

R. La emoción, el sentimiento, la fantasía engarzada con una mínima realidad. Creo en la inspiración mucho más que en el oficio, aunque naturalmente la técnica y la experiencia sean después las que den forma a esa inspiración inicial. Y creo sobre todo en dejar que los protagonistas sean ellos mismos, que dialoguen con el escritor, que se rebelen incluso como en Niebla de Unamuno. 

El espectador tiene que sentirlos cercanos. Si no es así la obra dramática se desvanece y olvida.

P. En tus fuentes de referencia, ¿buscas héroes, mitos, leyendas?

R. Depende del proyecto. Locura para el mundo tuvo su primer fogonazo en este maravilloso verso de Ezra Pound:

«Tree you are,

Moss you are,

You are violets with wind above them.

A child —so high— you are,

And all this is folly to the world».  (y todo esto es locura para el mundo).

En las novelas la fuente es sin duda cinematográfica, los miles de películas admiradas durante toda mi vida (el cine clásico a la cabeza y por supuesto De Mille, Ford, Hitchcock, Vidor, Lang o Hawks por delante y sin olvidar españoles como Rafael Gil, Sáenz de Heredia, Paul Naschy o Juan Pinzás), pero también las grandes novelas, Cervantes, Blasco Ibañez, Dickens, Galdos, Thomas Mann, Conan Doyle, Juan Manuel de Prada y tantos otros. O los universos de Bécquer, Lorca, Quevedo, Zorrilla, Campoamor, Ezra Pound, Tennyson, Shakespeare, Alejandra Pizarnil, Alfonsina Storni, Delmira Agustini, Luis Alberto de Cuenca… Por supuesto las canciones (obras de teatro en tres minutos) de Raphael. 

Héroes, mitos , leyendas, realidades, la vida como realidad radical que pensaran Ortega y Julián Marías.  El cine, el teatro, las novelas son escorzos de vida humana.

P. ¿Existe alguna actividad nacional que pudiera considerarse como una verdadera ventana de expresión libre de las obras y sus autores desde los consagrados hasta las nuevas voces?

R. En la época actual resulta muy difícil ejercer esa libertad sobre todo si uno se aparte del pensamiento débil, woke, corrección política y demás zarandajas pseudoculturales que arrancan al ser humano de sus raíces.

Y sin embargo no hay que perder la esperanza. O como expresara Julián Marías: es preciso intentarlo, que por mí no quede.

P. Este año has llegado a escribir tres libros relacionados con el séptimo arte. ¿Hasta qué punto influye tu amplia experiencia como escritor cinematográfico en tus obras de teatro?

R. Desde luego está presente. Charlton Heston. Un héroe para la eternidad y Cecil B. DeMille. Un héroe para la eternidad fueron dos libros de cine puro, Falange. Historia, cine y cultura (SND editores) es un libro de historia y cultura con una presencia menor del cine. En cambio,  El cine español en la era de Franco. 1939-1975 (SND Editores, 2022)  era a la par historia y séptimo arte. 

Las películas, las novelas y, por supuesto, también el teatro (ahí está la inspiración del gran Alfonso Paso). Pero el teatro tiene sus reglas y yo he intentado internalizarlas y aplicarlas a la hora de crear esta Locura para el mundo en la que el espectador encontrará amor, desamor, reflexiones, poesía, pero también suspense. El peor pecado de un artista es, sin duda, aburrir, es el fracaso del que uno nunca se recupera o al menos del que más cuesta salir. 

P. A tenor de tus trabajos, ¿con qué tipo de género literario te sientes más cómodo?

R. Se trata de cambiar de registro, de transformarse, de ser, en definitiva, como en el poema de Luis Alberto de Cuenca: sueño y vida, el médico y la herida, Luis de Granada y Baudelaire, Jekyll y Hyde.

No hay un género favorito, cada uno tiene su espacio y su fascinación. Lo que resulta más cómodo o, mejor dicho, apasionante es cambiar de registro.

P. Aparte de tu obra dramática, ¿qué obras y dramaturgos podrías recomendarnos para leer o representar en nuestro país?

R. Como es difícil la selección y muchos podrían quedarse fuera, o bien me haría faltar a la objetividad, lo más sincero y mejor creo que es acercarse a la colección de teatro de Ediciones Irreverentes. Allí los lectores encontrarán una serie de obras, de autores (incluido algún clásico) muy interesantes y de gran calidad. 

P. Según tu experiencia personal, ¿qué ventajas tiene actualmente la tecnología para el arte dramático?

R. Puede servir mejor a la idea del autor, a la vistosidad de los espectáculos, de eso no cabe duda.

Pero la reflexión del maestro DeMille goza de permanente actualidad: los efectos especiales son el relleno, la espectacularidad es el escenario, lo que realmente da valor a la obra es el alma de sus personajes y la historia que cuentan.

P. Si tuvieras que definir en una palabra toda tu vida literaria ¿cuál sería?

R. La vida literaria son las obras. Otra cosa parecería una reflexión un tanto vana o teórica.  La vida se cuenta con hechos vitales, por eso la razón es vital, narrativa, histórica. Con la vida literaria pasaría igual: se define con libros, poemas, novelas, teatro, ensayos, biografías. 

Pero si fuera una sola palabra yo elegiría: variedad y emoción. Dos palabras al final.

https://fernandoalonsobarahona.com/

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