Cultura, Cine y Literatura

«La memoria del hielo»: una historia de dependencia mutua en la ciudad donde nadie quiere ir

La memoria del hielo (Ediciones Desnivel, 2021) es la segunda novela que ha publicado Susana Rizo tras Las vidas que te prometí (Plataforma Editorial, Premio Feel Good 2018)

La novela está ambientada en Norilsk, la ciudad más sorprendente de Rusia, azotada por los vientos del extremo Norte

Susana Rizo Gómez (Barcelona, 1972) es licenciada en Historia del Arte y en Biblioteconomía y Documentación. Ha sido guía en museos de arte y forma parte del equipo de colaboradores de la publicación literaria ZendaLibros

Portada de Las vidas que te prometí, la ópera prima de Susana Rizo

Norilsk, frío y oscuridad 

La acción de La memoria del hielo transcurre en la ciudad entristecida y sombría de Norilsk
Imagen Le paradisNorilsk, de Christophe Jacrot

Dado que el mundo está lleno de muerte y terror hay que bajar al infierno para recoger las flores más hermosas. Aceptar los inconvenientes de la vida si quieres mantener la dignidad. Agradecer las dificultades, abrazar la oscuridad, comprenderla, vivirla. Para luego salir de ella. Porque es dentro de esa tenebrosidad donde renace la esperanza, se concretan los proyectos, la imaginación despliega sus alas, las grandes maniobras toman forma, las ambiciones más naturales campan a sus anchas, los desarrollos más despiadados no dan tregua. Los obstáculos se nos presentan por el camino y a veces no podemos sortearlos. No importa si hemos caído en ese precipicio por accidente o si hemos nacido en él. Si es consecuencia de una mala pasada que nos ha jugado el destino o de una decisión indebida. Sea como sea, en la sombra más oscura hay que afinar la vista. Vencer a la inquietud. ¿Sabes quién pierde en el precipicio más profundo de la crisis? Solo quien deja de luchar, de crear, de planear, de imaginar. Los cambios no nos destruyen: la reacción ante ellos define quiénes somos. Las carencias que padecemos en ellos, los fracasos que nos parecen insuperables, los sucesos que agitan nuestra existencia y nos hacen volver a empezar de cero constituyen los recursos de la inventiva. Las llamas de la abdicación y del abandono son el verdadero infierno. Y no siempre viene acompañado de llamas. Casi siempre tiene la pinta de ser un lugar del cual quieres escapar inútilmente. Puede parecerse a Norilsk, una ciudad industrial rusa que exhibe unos récords nada deseables. La urbanización, situada al norte del círculo polar ártico, es el núcleo urbano más grande de Siberia, con más de cien mil habitantes, el más septentrional del mundo y, como relatan sus ciudadanos, uno de los más contaminados del planeta. Norilsk es una ciudad construida sobre huesos humanos, ya que fueron los prisioneros del campo de concentración de Norillag los que levantaron la ciudad a base de sufrimiento. Más de quinientas mil personas pasaron por el gulag entre 1935 y 1953 y una de cada tres no sobrevivió. En Norilsk no hay llamas como en el infierno. En cambio, la nieve es negra, la lluvia roja y el futuro oscuro. Esta ciudad surgió más allá del círculo polar como una simbiosis entre un poblado y un campo de trabajos forzados, vinculado a minas y a una fábrica refinadora de níquel. 

El clima de Norilsk es extremo y la noche se cierne sobre ella cada año durante 64 días seguidos
Imagen Bloc 17Norilsk, de Christophe Jacrot

Norlisk es una ciudad de Siberia donde lo excesivo hace acto de presencia de manera cotidiana. Su clima es extremo, ha sido destino de miles de presos del gulag de Norillag, la noche se cierne sobre ella cada año durante 64 días seguidos y en una búsqueda rápida por Google aparece como la ciudad más deprimente de Rusia y una de las más contaminadas del mundo (en la actualidad ocupa el séptimo puesto). Sin duda, Norilsk es un lugar inquietante. Conocida también como la ciudad más contaminada de Rusia, Norilsk se encuentra aproximadamente a 3000 kilómetros de Moscú. Debido a su ambiente contaminado, la esperanza de vida de las personas que viven allí es de tan solo 59 años. Norlisk está considerada la ciudad más deprimente del mundo. Muchos se refieren a ella como un infierno, además de considerarla la localidad más deprimente del planeta. Fría como un témpano, oscura como misteriofanía y alejada de todo, Norilsk se convirtió en la ciudad con el invierno más largo y frío del mundo (dura casi nueve meses al año), con temperaturas de hasta -55º en invierno. El sol no se deja ver durante dos meses y sus residentes viven de noche. En este universo degradado, tanto en su medio ambiente como en sus edificios, resulta admirable la capacidad de adaptación de sus ciudadanos a estas condiciones que podrían calificarse de inhumanas. Debido a las circunstancias extremas en las que se vive en Norilsk, sus habitantes tienen una esperanza de vida de tan solo 59 años, un promedio 10 años inferior que el resto de los rusos. Incluso las tasas de cáncer en la ciudad duplican a las del resto de Rusia. Y para colmo de males, las aproximadamente 200 000 personas que viven en esta ciudad sufren a diario los efectos secundarios que produce la contaminación descomunal con la que conviven. La ciudad a la que nadie quiere ir vive de la minería. La planta de níquel es la más importante de la ciudad, lo cual trae consecuencias graves. Sin embargo, una gran mayoría de los residentes de Norilsk deciden quedarse allí debido al sueldo tan elevado que ganan. Los trabajadores de la ciudad más deprimente del mundo ganan unos 300 dólares más que el resto de los trabajadores rusos (casi 1000 dólares al mes), mientras que el promedio en las demás ciudades es de menos de 700 dólares. De todas formas, vivir allí no es nada sencillo y mucho menos agradable. Llegar a Norilsk es una auténtica odisea, porque se encuentra aislada del resto del mundo. De hecho, hasta 2017 no se consiguió una conexión a Internet más o menos decente.

La memoria del hielo, la última novela de la autora catalana Susana Rizo, que edita Ediciones Desnivel. resulta una lectura amena y atrayente en estos tiempos oscuros y de incertidumbre que nos ha tocado vivir en todo lo relacionado con Rusia

Allí es donde se desarrolla La memoria del hielo, la última novela de la autora catalana Susana Rizo, que edita Ediciones Desnivel. Una lectura atractiva y cautivadora en estos tiempos oscuros y de incertidumbre que nos ha tocado vivir en todo lo relacionado con Rusia. Las vidas de dos personas desdichadas e infelices se unen: Elena Ivanova, una administrativa solitaria, a punto de perder su trabajo porque bebe demasiado, y Serguéi, el superviviente de un gulag, atormentado y mortificado por su pasado y ese demonio que siembra destrucción en los corazones y el odio en la esperanza llamado URSS. Atrapada en una espiral de autodestrucción, Elena se siente atraída por unas notas musicales dolorosas que surgen de un edificio abandonado en Norilsk durante la primera noche del invierno polar en Siberia. En el interior de la antigua construcción descubre a un hombre enigmático que esconde un pasado traumático. Tras este encuentro casual en un piso vacío, Elena descubrirá que la vida puede tener un valor más importante del que ella le concede. Además aprenderá a proteger su vínculos familiares. Mediante los recuerdos dolorosos de Serguéi, la trama coincidirá con las temperaturas heladas de Norilsk, mientras cuenta su vida en una cabaña abandonada durante los cuarenta y cinco días de la oscuridad ártica.

La memoria del hielo, una novela de emociones y procesos psicológicos

La memoria del hielo, de Susana Rizo, da inicio a una nueva línea editorial de Ediciones Desnivel titulada Más allá de las montañas

Ediciones Desnivel estrenó en noviembre de 2021 una nueva colección titulada Más allá de las montañas con la intención de «desdibujar las líneas que nos definen para recorrer nuevos caminos de la mano de historias que nos enamoren». La memoria del hielo, de Susana Rizo, da inicio a esta línea editorial con los gulags, las convulsiones de la nueva Rusia y el fin de la URSS de los tiempos de Borís Nikoláyevich Yeltsi (ese viaje entre los años 30 y 90 del siglo pasado, que son los momentos en los que está ambientada la novela) como trasfondo. En La memoria del hielo, la memoria es la de Serguéi, el protagonista masculino, y la de todos los habitantes de Norilsk (la ciudad de la fuerza muscular, la ciudad que tiñe los ríos de rojo por la contaminación, la ciudad por la que resulta complicado cruzar sus calles durante la tormenta de invierno, la ciudad construida sobre huesos humanos) y de los prisioneros de Norillag, que la levantaron sobre la tierra baldía, en otros tiempos poblada de mamuts. El hielo es la base de esa ciudad extraña que encierra muchas percepciones que Susana ha plasmado magistralmente en su obra.

Una fotografía realizada por Elena Chernyshova para un reportaje de National Geographic titulado Apocalipsis blanco fue lo que llevó a Susana Rizo a situar las acciones de los protagonistas en una ciudad tan triste y oscura como Norilsk. Se trata de un viaje extremo hasta el final, donde la fotógrafa se ha detenido para echar un vistazo a una de las ciudades más características del mundo. Susana estaba ojeando la revista cuando todo su mundo se detuvo por un instante al ver una de esas imágenes. Pensó que alguien tenía que hablar sobre ellos, narrar las historias escondidas que había detrás de esos rostros. Se dio cuenta enseguida de que hay que tener agallas para vivir en ese sitio. Sin embargo, después de mucho tiempo de dedicación, investigación y documentación llegó a la conclusión de que la luz solar también llegaba a esa ciudad, las noches blancas tenían sus momentos de protagonismo y la alegría hacía acto de presencia en muchas ocasiones debido a esas gentes fuertes y tenaces. Para ella era un reto sin precedentes realizar algo narrativamente complicado e intentar extraer bonitos rescoldos en un contexto utópico. Porque escribir una novela ambientada en Norilsk, un lugar que parece irreal y una verdadera pesadilla, no parece nada cómodo.

Susana Rizo ha escrito una novela, La memoria del hielo, que se centra en emociones, llevadas al límite, como el miedo, el sufrimiento, la culpabilidad, la lucha o la insatisfacción

La memoria del hielo es una novela que se centra en las emociones y procesos psicológicos de Elena, donde el dolor, siendo una experiencia sensitiva y emocional desagradable, tiene una función protectora en ella. Los detalles y los hechos se colocan por separado para situar las sensaciones y emociones de la protagonista (miedo, sufrimiento, culpabilidad, lucha, insatisfacción) al límite. Sentimientos intensos de alegría o tristeza producidos por acciones, ideas, recuerdos que no se pueden cambiar ni eludir. Sus expresiones externas fluyen de su vida interior. Los recuerdos de Serguéi, apoyados por unos diálogos brillantes, son el motor principal en la construcción de los personajes. De esta manera, Susana consigue que los lectores sientan empatía hacia ellos y se pongan en su lugar, perciban sus sentimientos, comprendan sus intenciones, experimenten de forma objetiva y racional lo que sienten estos dos individuos, se conecten emocionalmente con Elena y Serguéi, entiendan sus vidas emocionales casi en toda su complejidad. Que sean capaces de ver sus corazones rotos, dos seres solitarios, almas perdidas, casi aterradoras y alucinantes, espíritus sin cuerpo condenados a vagar errantes en la oscuridad, necesitados de una luz para encontrar su camino. Valiéndose de la memoria y los recuerdos, que son relatados en pequeñas dosis, el narrador busca, en tercera persona, seducir a los lectores, que se verán obligados a esperar, de vez en cuando, para saber cómo sigue la historia. 

Elena es tenaz, persistente, una sobreviviente entre tanta crudeza y calamidad. Atraviesa momentos difíciles e intenta superarlos a través del coraje y la integridad que la caracterizan. Porque Elena respeta su propio honor, no oculta su personalidad detrás de una máscara como encubrimiento falaz. Me resulta admirable su frescura y atrevimiento, su lenguaje denotativo, aquel que utiliza para ajustarse estrictamente a la realidad. Se comunica con los demás de forma directa y con total claridad para que el mensaje sea unívoco, que no haya posibilidad de doble lectura. Aunque algunas veces sus palabras no pasan por el tamiz de la reflexión. Suelta su verdad y luego observan el alcance de sus consecuencias. Si daña a terceros, se escuda en la que consideran su principal virtud: decir siempre la verdad. Una persona sin filtro como Elena no sabe inhibir sus sentimientos, pensamientos o emociones. Por eso, suelta lo primero que le viene a la cabeza, sin contemplar los efectos de lo que comparte. Considero digno de elogio su fuerza de voluntad para esquivar las fronteras arriesgadas de sus adicciones. Reconoce que tiene un problema, que su comportamiento adictivo está afectando a otras partes de su vida. Hay muchos factores físicos, mentales, emocionales y hasta biológicos que hacen que le resulte muy difícil abandonar esta conducta. Posee una voluntad inquebrantable. Se compromete plenamente con sus objetivos, negándose a dejar que nada se interponga en su camino. Hará lo que sea necesario para alcanzar su propósito. Da pasos agigantados hacia el abismo, se asoma a él en numerosas ocasiones, la vemos abocada al desastre. Aunque está capacitada para comprender, distinguir y evocar su naturaleza y carácter. Sin embargo, le falta algo para remendar su realidad. Y ese algo es Serguéi, su enigmático compañero de aventuras y desventuras. Serguéi es un hombre atrapado por un pasado fascinante, que engancha y consume al lector a partes iguales. La irreverencia de Elena solo se aplaca ante la presencia de Serguéi. Dos personas que no tienen nada en común, obligadas a entenderse por circunstancias y caprichos del destino. A lo largo de la obra descubrirán que tienen una cosa que los relaciona y todo da un giro radical de 180°. Lo que supone un cambio total con respecto a la dirección que la historia llevaba hasta ese momento. 

Los diálogos son clave en La memoria del hielo, aunque Susana Rizo utiliza otros recursos narrativos como la elipsis y el silencio para enriquecer la historia

La historia está al servicio de un misterio que tarda en ser revelado, creando la tensión del relato en torno a dudas, sospechas, conjeturas, el silencio narrativo y la elipsis. En los textos literarios se hace mucho hincapié en las palabras. Los diálogos son fundamentales en La memoria del hielo, porque casi toda la acción transcurre dentro de una cabaña a las afueras de Norilsk. Las conversaciones entre Elena y Serguéi, en medio de un ambiente agradable lleno de luces y sombras flexibles, estremecen al lector, quien quiere quedarse con ellos y suspira porque llegue lo antes posible la siguiente aproximación. No obstante, conviene hacer una pequeña reflexión y prestarle mayor atención a lo que no se dice en La memoria del hielo, esto es, a los silencios y las elipsis. La palabra es la herramienta con la que Susana construye esta trama, es el material con el que le da forma y, por tanto, es lo primordial. Pero no ignora el hecho de que la ausencia de palabras es muy importante en el desarrollo de la trama. Susana utiliza la elipsis como recurso de composición consistente para eliminar de la narración determinadas acciones y no hacer mención a ellas de ninguna manera. Y la emplea con acciones que son totalmente irrelevantes para lo que está contando. Esa omisión de acciones, ese silencio, ayudará a los lectores a fijarse en lo realmente importa. En La memoria del hielo el silencio actúa como limpieza y orden, dando relevancia a lo que rodea a los protagonistas. Normalmente,cuando sucede algo relevante en ese período de elipsis, Susana hace uso del resumen para destacar esa información de entre el resto de acciones. El silencio narrativo es similar a la elipsis, pero con una pequeña diferencia. En el silencio narrativo Susana obvia hechos en la narración, solo que, en este caso, aquello que no cuenta es muy importante y relevante para la trama. A veces incluso es el propio centro de la trama y todo lo demás en la obra gira en torno a él. Susana usa el silencio narrativo intentando no distraer la atención del lector. Pretende involucrarlo para generar tensión narrativa y crear intriga. Será el lector el que rellene esos huecos que dejan los personajes, haciendo que, muchas veces, la historia tenga varias interpretaciones en función de quién se acerque a ella. El silencio ambiental lo utiliza para crear incomodidad en el lector y ocasionar la sensación de inquietud, tensión o soledad. Es una herramienta poderosa y variable que dependerá del resto de la ambientación para dirigirse a una dirección u otra. Lo más complicado de esta vertiente del silencio es saber crearlo sin resultar tópico. Y Susana lo ha conseguido con creces. Porque sabe que a los lectores no les basta con decir que había silencio, sino que tienen que sentirlo de alguna manera.

La claridad y las tinieblas se juntan en un mismo punto

La memoria del hielo es una historia atractiva y realista, que produce afinidad, compasión, cercanía y comprensión, con un final increíble e inesperado, donde termina una etapa y comienza otra completamente nueva, mucho más brillante que la anterior

La memoria del hielo es una historia atractiva, lo suficientemente realista para producir afinidad, compasión, cercanía y comprensión (incluso algunas veces nos podemos sentir identificados con ellos), con un final increíble e inesperado, que me ha dejado la sensación de que termina una etapa y comienza otra completamente nueva, mucho más brillante que la anterior. Ya que, como un estado de cosas que alterna entre opuestos, la claridad y las tinieblas se juntan en un mismo punto dentro de un país que busca desentumecerse de su horrible y terrorífico pasado soviético.

Leyendo La memoria del hielo he notado los miedos que siente Elena, sus problemas con el alcohol, he experimentado interés por la música lastimosa que compone Serguéi, me he metido en el alma de un hombre que tuvo sueños esperanzadores y una vida normal antes que las pesadillas perturbadoras se apoderaran de él, he visto sus ansiedades y angustias, he sido testigo de ese giro inesperado del destino que lo ha llevado hasta Elena, me he dado cuenta de que a través del amor y la amistad Elena y Serguéi buscan desesperadamente un hogar donde ponerse a salvo y ordenar sus vidas, aunque el destino les tiene preparada una sorpresa, he sentido como el frío supremo atraviesa mi cuerpo y he percibido la oscuridad de Norilsk.

La última novela de Susana Rizo desborda imaginación y originalidad en sus 240 páginas. Y es que su autora es una maga enlazando historias. Alternando la fantasía y los recuerdos, con su habitual elocuencia y fluidez, plasma tragedias y sentimientos con gran entusiasmo. A pesar de los temas oscuros que aborda en muchos momentos, al final no deja de transmitir esperanza en el ser humano. Una obra ecléctica de lectura amena y absorbente con la que he disfrutado enormemente. Fantástico relato de dependencia mutua en una ciudad a la que nadie quiere ir. 

Entrevista a Susana Rizo

La memoria del hielo, de Susana Rizo, por Sebastián Álvaro desde la Antártida

Promoción de La memoria del hielo, de Susana Rizo, realizadapor su compañera María Ángeles Meneses

Las vidas que te prometí, de Susana Rizo, (Booktrailer, Ediciones Desnivel)

Gracias a Christophe Jacrot por cedernos algunas de sus maravillosas fotografías para ilustrar esta reseña.

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