El héroe épico cinematográfico
Se cumplen 100 años del nacimiento de Charlton Heston (4 de octubre de 2023), el héroe épico por excelencia de la historia del cine
Para conmemorar esta efeméride he escrito junto a mi maestro Fernando Alonso Barahona Charlton Heston. Un héroe para la eternidad (Amarcord Ediciones, 2023), una biografía del artista donde analizamos exhaustivamente la importancia de Charlton Heston en la historia del cine y muchos aspectos de su propia vida para proporcionarles a los lectores una visión más completa del actor
Charlton Heston fue una de las estrellas más solidarias de Hollywood, una faceta muy poco conocida por el gran público
Los diez mandamientos, Sed de mal, Horizontes de grandeza, Ben-Hur, El Cid y El planeta de los simios son algunas de las mejores películas que interpretó Charlton Heston y por las que es conocido, a día de hoy, en casi todo el mundo
¿Por qué es necesario hablar y reivindicar la figura de Charlton Heston 100 años después de su nacimiento?
Hoy, 4 de octubre de 2023, se celebra el centenario del nacimiento de Charlton Heston. Considero fundamental hablar y reivindicar la figura de este actor, porque es el héroe épico por excelencia de la historia del cine, con la particularidad de que una parte importante de los personajes que ha interpretado han sido históricos, lo que le proporciona un elemento diferenciador sobre el resto de grandes actores del cine clásico de Hollywood. También es una de las estrellas más solidarias, una faceta muy poco conocida por el gran público. Fernando Alonso Barahona y yo pensamos que la mejor forma de conmemorar esta efeméride era escribiendo su biografía. En Charlton Heston. Un héroe para la eternidad (Amarcord Ediciones, 2023) hablamos de todas las películas que rodó, las obras de teatro en las que participó, sus intervenciones en televisión, sobre todo en Studio One, un trabajo profesional, sin duda, colosal y al alcance de muy pocos. Sin embargo, hemos creído conveniente centrarnos en la biografía humana de un hombre culto, íntegro, preocupado por los problemas de su tiempo, comprometido con las causas que él consideraba nobles, a veces «políticamente incorrectas», a las que se entregó con valor y rigor. Creemos que la biografía de un artista debe presentar esos aspectos de su propia vida para proporcionarles a los lectores una visión más completa. Desde el principio, tuvimos bastante claro que si queríamos que la biografía sobre Charlton Heston funcionase teníamos que hacer, principalmente, dos cosas: la primera, una mirada, lo más exhaustiva posible, hacia su propio ser, lo que siente dentro, compartir con los lectores ciertas rutinas de su comportamiento diario para que comprendan una carrera profesional fascinante por los distintos papeles que le ha tocado interpretar. La segunda, situar al personaje en el tiempo y el espacio, analizar la importancia de su figura colocándolo en el momento que le tocó vivir para ver de qué manera le pudo influir en su mundo público y privado, hablando abiertamente sobre los acontecimientos más importantes que le ocurrieron durante su vida personal y profesional, desmontando falacias que se han sacado de la manga para desprestigiar y, de paso, pasárnoslo bien escribiendo la historia de uno de nuestros actores favoritos.
Charlton Heston, nacido el 4 de octubre de 1923, era amante de su privacidad, familia y profesión. Por eso, la imagen artística del actor se corresponde con su forma de ser, pensar y actuar. Ahí radica la autenticidad que transmiten sus interpretaciones: Moisés, El Cid, Miguel Ángel, san Juan Bautista, Enrique VIII, el cardenal Richelieu, Andrew Jackson, Charles George Gordon, Marco Antonio, santo Tomás Moro…
Héroe épico cinematográfico para la eternidad
Fernando Alonso Barahona y yo hemos escogido el título del libro Charlton Heston. Un héroe para la eternidad en clara referencia a la obra de teatro Un hombre para la eternidad de Robert Bolt. Charlton Heston la representó con bastante éxito durante muchos años. Incluso en 1988 dirigió e interpretó una película para televisión bastante notable para resarcirse del desplante que le hizo Fred Zinnemann. Y es que el célebre director austríaco no quiso a Charlton Heston para interpretar la aclamada versión de 1966. Prefirió que un actor británico, Paul Scofield, se metiera en la piel de Tomás Moro en vez de un norteamericano. Un hombre para la eternidad muestra la encrucijada de Tomás Moro por tener unos fuertes principios morales y religiosos que le impiden dejar de reconocer a la iglesia y al papa de Roma, y a la vez sentir fidelidad hacia la corona y a su patria, ceder a los chantajes de Enrique VIII, rey que hacía la ley a su antojo y que estaba tan dispuesto a ejecutar a los que consideraba traidores, como dolido porque su principal pensador le llevara la contraria. El pensador, teólogo, político, humanista y escritor inglés es el papel de su vida. La palabra «héroe» le viene como anillo al dedo, ya que, como te he dicho en la primera pregunta, Charlton Heston me parece el héroe épico más importante de la historia del cine. Aunque decidimos suprimir la palabra «épico» porque el título del libro quedaba demasiado largo. El término «eternidad» significa que el actor es eterno, sigue conquistando y entusiasmando a nuevas generaciones de cinéfilos (aunque algunos le tengan animadversión porque se han creído todas las mentiras personales que han contado sobre él), lo que garantiza la supervivencia de su obra.
El teatro, su gran escuela
Su origen humilde no le impidió a Charlton Heston estudiar arte dramático en la Northwestern University. Tras su regreso de la Segunda Guerra Mundial, debutó en el teatro como actor de reparto. En su primera aparición en Broadway, en 1947, integró el reparto de Antonio y Cleopatra, una tragedia histórica escrita por William Shakespeare que narra los últimos años de la vida del general romano Marco Antonio, quien tuvo relaciones con la reina Cleopatra de Egipto. Este debut teatral acrecentó su pasión por las obras del célebre dramaturgo inglés. Tras conseguir un gran éxito con Ben-Hur (1959), de William Wyler, la siempre atractiva sombra de los escenarios tentó con fuerza al actor, que en aquellos momentos era el único que podía discutirle el número uno del mundo a John Wayne y permitirse el lujo de elegir casi cualquier proyecto. La oferta de volver a interpretar una obra de teatro de Shakespeare en un festival teatral en Michigan le sedujo y se metió de nuevo en la piel de Macbeth. La importancia del teatro en su forma de interpretar resulta evidente. Sobre los escenarios aprendió todo lo necesario para convertirse en un gran actor: clasicismo, sobriedad y naturalidad.
El nacimiento de una estrella hollywoodiense
Charlton Heston inició su andadura cinematográfica protagonizando la adaptación de la obra de teatro de Henrik Ibsen Peer Gynt (1941), de David Bradley. Unos años más tarde, empezó a adquirir popularidad gracias a una sucesión de especiales de televisión, en los que representaba papeles históricos. Estas actuaciones hicieron que el productor Hal B. Wallis y Paramount Pictures se decidieran a contratarlo y lo incluyeron en el reparto de Ciudad en sombras (Dark City, 1950), de William Dieterle. La película no cumplió con las expectativas y Charlton Heston, a pesar de ser un luchador incansable, estuvo a punto de arrojar la toalla cuando William Wyler lo rechazó para que interpretara la adaptación cinematográfica de la obra de Broadway Detective Story, de Sidney Kingsley. Su participación en filmes como Solo ante el peligro y Río de sangre tampoco llegaron a buen puerto. Todo cambió debido a un inesperado encuentro con Cecil B. DeMille.
Charlton Heston conducía por el estacionamiento de Paramount Pictures dispuesto a volver a Nueva York para reencontrarse con su esposa, Lydia Clarke, cuando vio a Cecil B. DeMille y lo saludó. El cineasta quedó tan impresionado con la presencia física de Heston (alto y musculoso), que hizo averiguaciones para saber de quién se trataba. Al final, el veterano director lo eligió para interpretar a Brad Braden, el gerente general de un circo, en El mayor espectáculo del mundo (The Greatest Show on Earth, 1952). La tercera película en la que intervino Charlton Heston fue la que lo catapultó a la fama. Un seguidor le escribió una carta a DeMille para decirle cuánto disfrutó con la película y comentó lo siguiente: «Y me sorprende lo bien que el director del circo [Heston] trabajó con los actores reales». Heston siempre pensó que era una de las mejores críticas que había recibido.
De todas formas, no se convirtió en gran estrella hasta que no interpretó a Moisés en Los diez mandamientos (The Ten Commandments, 1956), de Cecil B, DeMille, unos de los pioneros de Hollywood, y, principalmente, a Judá Ben-Hur en Ben-Hur, película por la que ganó su único Premio Óscar al mejor actor.
¿Qué vio Hollywood en Charlton Heston?
Hollywood vio en Charlton Heston al actor ideal para continuar la estela de las grandes leyendas del cine clásico que habían triunfado antes de los años cincuenta. En muchos casos, exceptuando a John Wayne, Gary Cooper (que vivió una segunda etapa de gloria tras el estreno de Solo ante el peligro), Cary Grant o James Stewart, a la industria le resultaba difícil encontrarles papeles interesantes a intérpretes que ya habían pasado los cincuenta años. A algunos de ellos les llegó el declive personal mucho antes de lo esperado y se vieron obligados a trabajar como actores de reparto. Además, los estudios querían caras nuevas para volver a llenar las salas de cine de espectadores, cuando la sociedad norteamericana se encontraba inmersa en la edad de oro de la televisión. El fin de la era de los estudios estaba cerca y a principios de los años cincuenta casi 3 100 000 millones de estadounidenses tenían televisores en sus hogares. El cine tradicional se enfrentaba a la necesidad urgente de un cambio y Charlton Heston era, junto a algunos actores del Actors Studio (Montgomery Clift, Marlon Brando, James Dean, Paul Newman, Steve McQueen), la persona indicada para llevarlo a cabo. Gracias a su presencia fornida y aspecto homérico, Charlton Heston se convirtió en uno de los principales héroes del cine estadounidense, en un momento en el que estas personas ilustres por sus hazañas empezaban a escasear.
La mayoría de los mejores directores de cine estadounidenses querían trabajar con él: John Ford, Howard Hawks, Orson Welles, King Vidor, William Wyler… porque veían que podía ser el reemplazo perfecto de las estrellas que hicieron grande a la meca del cine. Lamentable, no pudo hacerlo con algunos de ellos porque cuando se acercaron a él ya estaba comprometido para participar en otros proyectos. Una pena que John Ford no quisiera dirigir Mayor Dundee (Major Dundee, 1965) y Charlton Heston no pudiera intervenir en El gran combate (Cheyenne Autumn, 1964). Hubiera sido histórico ver trabajar juntos al mejor director de la historia del cine y al mayor héroe épico del séptimo arte en una misma película.
Galán y mito erótico de Hollywood
Hablar sobre Charlton Heston es hacerlo sobre uno de los grandes galanes de la gran pantalla. El actor estadounidense era muy llamativo por ser alto (1.91 metros), musculoso (jugaba al tenis para no perder la forma), de gran presencia física y unas facciones que denotaban inteligencia y seriedad. Sin embargo, no le entusiasmaba hacer papeles de galán. Le gustaba combinar las grandes superproducciones (El mayor espectáculo del mundo, Los diez mandamientos, Ben-Hur, El Cid, 55 días en Pekín, La historia más grande jamás contada, Terremoto, La batalla de Midway) con proyectos más arriesgados (Sed de mal, El tormento y el éxtasis, Major Dundee, El señor de la guerra, Kartum, El más valiente entre mil, El planeta de los simios). Y eso que a Charlton Heston se le daba genial encarnar personajes de galán romántico atractivo y algo rudo. Aunque me encanta la historia de amor apasionada, cálida e intimista entre Crysamon de la Cruz y una hermosa aldeana, interpretada por la hermosa Rosemary Forsyth, que lo trae de cabeza, en El señor de la guerra (The War Lord, 1965), de Franklin J. Schaffner, creo que Chuck (apodo con el que lo conocían sus familiares y amigos) realiza su papel de galán romántico más emblemático en Cuando ruge la marabunta (The Naked Jungle, 1954), de Byron Haskin.
Si hay un diálogo que recuerdan los cinéfilos que han visto la película es el que mantienen Christopher Leiningen (Charlton Heston) y Joanna Leiningen (Eleanor Parker) relacionado con un piano que sirve como metáfora sexual. Leiningen, asustado por el alto nivel intelectual de la esposa que ha encargado por correo y furioso al enterarse de que no es virgen, le dice: «El piano ante el que se sienta no había sido tocado por nadie antes de su maldita llegada». Joanna encaja el golpe con una frialdad asombrosa y le responde: «Si supiera algo de música [o sea, de sexo], sabría que un piano suena mejor cuando se ha tocado. Este no es un buen piano». Se levanta altivamente y se marcha. En otra de las escenas más emblemáticas del filme, Charlton Heston, metido de lleno en el personaje, entraba en la habitación de una Eleanor Parker que estaba en camisón. La escena era de gran violencia y venía precedida por la discusión del piano. Leiningen aparecía de improviso, borracho, rompiendo la puerta y tirando al suelo los perfumes de su mujer. El guion decía que debía zarandear a la actriz mientras ella se negaba a besarle. Pero Heston improvisó una acción genial: cogió un bote de perfume y roció con él a Parker, le manchó el vestido y empezó a lamerle el cuello. La reacción de la actriz fue del todo profesional, le siguió la corriente y dio lugar a una escena de las que dejan huella.
Una hábil elección de papeles le permitió prolongar su carrera a edad madura (en los años ochenta rodó muchas películas que merecen la pena, la mayoría de ellas para televisión, completamente olvidadas por la mayoría de los cinéfilos actuales), sin limitarse a una imagen de galán.
Interpretando al Cid Campeador en El Cid (1961), de Anthony Mann, se cortaron y suavizaron muchos besos entre Charlton Heston y Sophia Loren. Los dos actores no se podían ver ni en pintura. No obstante, existe un erotismo y sensualidad palpables en todas las escenas en las que aparecen juntos. Para mí las escenas más emocionantes y de mayor profundidad de El Cid son todas las relacionadas con la historia de amor entre Rodrigo Díaz de Vivar y Jimena. Fuera del set saltaron chispas, pero de enemistad. Le pasó lo mismo dos años más tarde con Ava Gardner durante el rodaje de 55 días en Pekín (55 Days at Peking, 1963), de Nicholas Ray. La mala relación que tenían Charlton Heston y la bellísima diva italiana complicó el rodaje de una película producida por Samuel Bronston y rodada íntegramente en España. Sophia llegaba cada vez más tarde a los rodajes y su impuntualidad ponía de los nervios a Heston. Había otra cosa que le sacaba de quicio: la resistencia de la actriz a que el paso del tiempo se viera reflejado en su personaje. En efecto, podemos ver cómo Rodrigo Díaz de Vivar, que al comienzo de la película es joven y apuesto, va envejeciendo. A mitad del filme, se le ve bastante maltratado por la edad y todas las batallas que ha librado, con una barba descuidada, desaliñado, y una cicatriz enorme que le cruza una parte del rostro. En cambio, la belleza de Jimena permanece intacta y resplandeciente.
He pensado siempre que en el cine no es tanto lo que se ve, sino lo que se insinúa a través de lo que se muestra. La imaginación de los espectadores va directa a la provocación, al impulso de lo cohibido, lo sexual. Para ser un mito erótico solo se requiere de una apariencia sensual y que el actor y/o actriz lo sepa transmitir a primera vista en la gran pantalla. Este requisitos los cumple Charlton Heston porque posee una presencia arrolladora que se llevaba todo por delante. En su época levantó muchas pasiones entre mujeres y hombres gracias a su impresionante sexualidad.
Me encanta la escena de Charlton Heston con una especie de túnica transparente hasta los pies, todos los botones desabrochados y enseñando su pecho peludo en Marco Antonio y Cleopatra (Anthony and Cleopatra, 1972). Después de rechazar diversas ofertas, la recientemente fallecida Carmen Sevilla (una actriz estupenda injustamente infravalorada) vuelve a aceptar trabajar en Hollywood. Nuestra Carmen hizo el papel de Octavia, esposa de Marco Antonio hasta que este se decantó por el amor de Cleopatra (Hildegard Neil). Reconozco que el torso desnudo de Charlton Heston en Ben-Hur es insuperable (aparece de esta guisa en varias de las escenas más importantes del filme), pero el actor alcanzó la categoría de mito erótico en El planeta de los simios (Planet of the Apes, 1968), de Franklin J. Schaffner, por las escenas en las que el astronauta George Taylor aparece en taparrabos Se pasa casi todo el largometraje semidesnudo. Incluso hay una escena en la que le podemos ver el culo. La imagen de Charlton Heston con su torso al descubierto y una especie de minifalda de cuero a modo de taparrabos forma parte de la memoria colectiva de muchas generaciones. No obstante, el actor pidiendo perdón por toda la humanidad, responsable de un holocausto nuclear, con la estatua de la libertad hundida en una playa me parece una de las secuencias más icónicas de la historia del cine. Casi todo el mundo recuerda la película por su final, mucho mejor que el de la novela homónima de Pierre Boulle. Y Charlton Heston se convirtió en el responsable de uno de los finales más impactantes de la historia del cine.
Aunque no hay escenas de sexo ni desnudos explícitos, las alusiones al acto sexual en El señor de la guerra son directas, no se ocultan en ningún momento («yacer», lo llama Crysamon de la Cruz). Sin embargo, lo más llamativo, perturbador y contradictorio con la tradición cinematográfica anterior y uno de los grandes aciertos en el brillante retrato psicológico que la película hace de los personajes y las situaciones, es que Bronwyn (Rosemary Forsyth), una cuidadora de cerdos de la que Crysamon se queda prendado tras rescatarla del río y verla desnuda, que siente el deseo y la obsesión de Crysamon en los primeros momentos, no solo sucumbe a sus deseos sexuales, sino que llega a compartir sus sentimientos, a pesar de estar prometida con otro hombre.
El actor que mejor se movió en el cine épico y fantástico
Por su rostro, sobrio y sereno, y físico ideal para el cine épico y encarnar cualquier personaje histórico por difícil que fuera: Moisés, un príncipe egipcio adoptado que se convierte en el líder de su pueblo liberando la esclavizada nación hebrea del yugo egipcio, en Los diez mandamientos; Judá Ben-Hur, hijo de una familia noble de Jerusalén, que es acusado injustamente de intentar matar al nuevo gobernador romano, en Ben-Hur; Rodrigo Díaz de Vivar, líder militar castellano conocido como el Cid Campeador, protagonista de un buen número de gestas, en El Cid…
Charlton Heston ha sido el único actor del mundo capaz de interpretar a cualquier personaje (héroe, mártir, santo, profeta o soldado), especialmente las figuras históricas que han tenido una existencia real. Aunque la larga carrera de Heston abarcó mucho más que las epopeyas bíblicas que protagonizó, los personajes de Judá Ben-Hur y Moisés definieron e influyeron en gran parte de la esencia de la personalidad pública del actor durante el resto de su vida. Heston tuvo la suerte de estar entre los pocos actores que encarnaron al menos cuatro películas distintivas y memorables, que ha visto todo el mundo una vez en su vida: Los diez mandamientos, Ben-Hur, El Cid y El planeta de los simios.
A partir del éxito de taquilla de El planeta de los simios y una acertada elección de papeles, Charlton Heston se convierte, inesperadamente, en el actor más importante y emblemático del género de ciencia ficción y del cine de catástrofes desde finales de los años sesenta hasta principios de los años ochenta. Las productoras vieron en él al intérprete ideal para este tipo de películas porque tenían en mente la inolvidable interpretación que realizó en El planeta de los simios.
En 1970 vuelve a interpretar a George Taylor en Regreso al planeta de los simios (Beneath the Planet of the Apes, 1970), de Ted Post, donde realiza (sin contar el cameo que realizó de Zaius en El planeta de los simios (Planet of the Apes, 2001), de Tim Burton) su última intervención en esta saga. Su debut en el género de catástrofes se produjo en 1972 con Alarma: vuelo 502 secuestrado (Skyjacked), de John Guillermin, consiguiendo sus mayores éxitos con Aeropuerto 75 (Airport 1975, 1974), de Jack Smight, y Terremoto (Earthquake, 1974), de Mark Robson. La tibia acogida de Pánico en el estudio (Two-Minute Warning, 1976), de Larry Peerce, tiene que ver con el lento declive que comienza a experimentar este subgénero cinematográfico. Ese mismo año consiguió uno de sus mayores éxitos comerciales con La batalla de Midway (Midway), de Jack Smight, a pesar de que muchos críticos pensaban que estaba demasiado mayor para interpretar al capitán Matt Garth, un aviador naval. Una vez consolidado como gran estrella de cine, Charlton Heston solía elegir, salvo excepciones, muy cuidadosamente los papeles que interpretaba.
En los años setenta protagonizó dos filmes de ciencia ficción, El último hombre… vivo (The Omega Man, 1971), de Boris Sagal, y Cuando el destino nos alcance (Soylent Green, 1973), de Richard Fleischer, que pasaron casi desapercibidas en el momento de su estreno y hoy están consideradas películas de culto al presentar una versión de futuro tétrica no tan alejada de la realidad. Podía haber sido también el gran héroe del cine de terror de esta década, pero rechazó protagonizar La profecía y Steven Spielberg, aunque lo admiraba profundamente, no quiso que interpretara el papel del jefe de policía de Amity Island, Martin Brody porque pensaba que el público iba a estar más pendiente de la estrella que del escualo.
Will Penny, su mejor papel; Los diez mandamientos, su mejor película
Pese a que Los diez mandamientos es la mejor película en la que participó Charlton Heston, mi interpretación favorita del actor la realizó en El más valiente entre mil (Will Penny, 1967), de Tom Gries, donde interpreta magistralmente a Will Penny, un cowboy veterano, analfabeto y temeroso de enamorarse, que se encarga de vigilar las lindes de un gran rancho. Un día, al regresar a su cabaña en las montañas, descubre que ha sido ocupada por una mujer que se dirigía a Oregón con su hijo para reunirse con su marido, pero que ha sido abandonada por su guía. Incapaz de echarlos en medio del crudo invierno, accede a compartir la cabaña con ellos. Se trata, sin duda, de uno de los grandes wésterns de los años sesenta por su tono intimista e introspectivo, que mucha gente suele tener en desconsideración, seguramente, por desconocimiento.
Me sigo emocionando cada vez que escucho a Will Penny decirle a su amada Catherine Allen (Joan Hackett): «Te quiero más de lo que jamás podré amar a nadie. He visto cómo debería ser la vida. Pero es demasiado tarde, Cath. Demasiado tarde para mí. No te convengo. Os deseo suerte. Lo digo de corazón. Quiero a ese chico». En este momento, Will sale de la cabaña, se dirige hacia el capataz y sus hombres, monta su caballo y se va con ellos. Unos metros más adelante, sin embargo, vuelve su mirada hacia Catherine y Horace (Jon Gries, hijo del director) por última vez.
De todas formas, creo que Los diez mandamientos, Sed de mal (Touch of Evil, 1958), de Orson Welles, Horizontes de grandeza (The Big Country, 1958), Ben-Hur, El Cid y El planeta de los simios son las mejores películas que interpretó Charlton Heston y por las que es conocido, a día de hoy, en medio mundo.
Una carrera profesional infravalorada
Considero que la carrera profesional de Charlton Heston todavía no está lo suficientemente reconocida por cuestiones políticas. Mucha gente no le perdona que se fuera del Partido Demócrata al Partido Republicano. Ser el héroe del cine épico por excelencia del cine mundial no ha impedido que tenga un número importante de detractores por haber sido presidente de la Asociación Nacional del Rifle. Los que sabemos mirar sin los prejuicios ideológicos que imperan en nuestra sociedad somos conscientes de su importancia dentro de la historia del cine y disfrutamos viendo sus mejores películas una y otra vez. Desde que vi sus primeras obras maestras (Los diez mandamientos, Ben-Hur, El Cid) me di cuenta enseguida de que Charlton Heston era el rostro del cine épico. El actor estadounidense, a pesar de haber rodado wésterns, cine negro, melodramas, películas bélicas, de ciencia ficción, cine de catástrofes e incluso comedias siempre será recordado por sus interpretaciones de Moisés, el portador de la palabra de Dios, el príncipe judío Judá Ben-Hur o el Cid, el famoso líder castellano.
Admirador del trabajo de John Wayne, Gregory Peck, Gary Cooper, Cary Grant, James Stewart y Laurence Olivier, Charlton Heston perteneció a la generación de actores que relevaron a muchas de las estrellas del cine clásico de Hollywood, el de los grandes estudios, después de finalizar la Segunda Guerra Mundial. Y tiene el mérito de ser uno de los pocos actores de su época que trabajaron con éxito en cuatro de las cinco etapas del cine estadounidense: el cine clásico, el nuevo Hollywood, el cine moderno y el cine contemporáneo. El escritor y guionista George MacDonald Fraser comentaba admirado cómo era posible que dos personajes tan diferentes como el cardenal Richelieu (Los tres mosqueteros y Los cuatro mosqueteros) y el rey Enrique VIII (El príncipe y el mendigo) hubieran sido interpretados por Charlton Heston logrando en ambos casos un parecido asombroso con estos personajes históricos. A pesar de todo, creo que hoy en día no está lo suficientemente valorado como se merece por una parte de la crítica y el público. Este es otro de los grandes objetivos que Fernando Alonso Barahona y yo nos hemos propuesto alcanzar en Charlton Heston. Un héroe para la eternidad: reivindicar la figura de uno de los actores más importantes y taquilleros.
El libro está escrito desde los corazones de dos escritores y analistas cinematográficos que llevan muchos años buscando, investigando y estudiando cualquier información que tenga relación con uno de sus actores favoritos. Además, otro de los propósitos principales que nos hemos propuesto a la hora de escribir esta obra es que los lectores conozcan otras facetas desconocidas de Charlton Heston: director de cine, teatro y televisión, activista político… ya que casi nunca se habla del papel tan importante que jugó el 28 de agosto de 1963 en la conocida Marcha sobre Washington por el trabajo y la libertad. Me da la impresión de que no interesa que se sepa que el actor estadounidense fue un ferviente defensor de los derechos civiles y económicos de la comunidad afroamericana en Estados Unidos y admirador de Martin Luther King Jr. cuando intentar defender este tipo de iniciativas te podía costar la carrera profesional, porque te podían acusar de comunista. También destacamos otros acontecimientos importantes en su vida: los libros autobiográficos que escribió, sus seis años como presidente del Sindicato de Actores de Cine e Instituto Estadounidense del Cine, cuando la Academia le entregó en 1978 el premio humanitario Jean Hersholt, sus inquietudes políticas, una vocación que le llevó a situarse en muchas ocasiones en el centro de la polémica, cuando se convirtió en un gran simpatizante del Partido Republicano tras haber estado vinculado al Partido Demócrata en su juventud…
Talento y carisma ilimitados
Resulta difícil encontrar a un actor que conjugara tanto talento interpretativo y carisma a la vez como Charlton Heston. Solo John Wayne consiguió superarlo en popularidad y obras maestras rodadas (La diligencia, Río Rojo, El hombre tranquilo, Centauros del desierto, Río Bravo, El Álamo, El hombre que mató a Liberty Valance). Chuck y el Duque se admiraban mutuamente y estuvieron muchas veces a punto de trabajar juntos (no incluyo La historia más grande jamás contada porque no comparten ninguna escena). En Charlton Heston. Un héroe para la eternidad el lector va a encontrar mucha información sobre esta relación de admiración completamente inédita en España. Pocos actores han interpretado tantos blockbusters. Incluso me atrevería a decir que Heston es el creador de los taquillazos. Algo de suma importancia porque, como suelo decir, el cine es espectáculo, un espectáculo de masas, el sustituto de los espectáculos populares. El espectáculo se convirtió posteriormente en arte, pero en lo primero radica su atractivo principal.
Charlton Heston. Un héroe para la eternidad es un libro fascinante porque habla sobre una persona fascinante, Charlton Heston, en el que Fernando Alonso Barahona y yo arrojamos luz sobre los puntos oscuros (según sus detractores) del personaje. Y lo hacemos de forma imparcial. Todos estos datos, informaciones y hechos los «juzgamos» con imparcialidad, sin dejarnos llevar por la enorme admiración que sentimos por el personaje. Los exponemos utilizando información contrastada y veraz, cuando otros se han dedicado a difundir noticias falsas, relacionadas con el actor, para menospreciarlo. Afortunadamente, lo han hecho sin éxito y el tiro les ha salido por la culata. Me parece que ahí radica la magia del libro: hacer ver y sentir la vida y obra de Charlton Heston a los lectores actuales sin cambiar la esencia de la personalidad del intérprete (profesionalidad, seriedad, solidaridad), y sin aportar detalles escabrosos inexistentes para que el libro tenga más ventas.
2 comentarios
Muy interesante Juanma, muchas gracias por compartir tus conocimientos, he descubierto cosas que no sabía como por ejemplo la mala relación que existía ente él y Sophia Loren o Ava Gardner.
Gracias por comentar mi publicación, querida amiga Limay. Heston se llevó muy mal con las dos actrices por su mala profesionalidad.